martes, 8 de junio de 2010

Polemicas inutiles: 2012

¡Rompan todo!

2012 contra todos

 

El habitual lector del blog (el lector fantasma) sabra de nuestra aficion por el cine catastrofe, por el “”reciente”” sabado tematico. Bueno, para nosotros 2012 fue el sumum de todos los grandes filmes catastrofe, con el desparpajo de las mas baratas y la grandeza de las mas solemnes. Una pelicula que nos resulto en todo momento atrapante, emotiva, y para nada hueca, como se dice por ahi con mucha impunidad (quien va a dudar si alguien dice que 2012 es boluda?). Nos sentimos solos en la cruzada por su defensa y, como sucede siempre, nos pusimos a la defensiva y empezamos a tirar toscas para todos lados. Asi nacio esta nota.

 No señalamos a nadie: 2012 no se trata de ningun modo de un yunque industrial hecho con desidia, pero la realidad es que tanto los antecedentes de Emmerich (para mi, horrendose filmes impersonales subrayadisimos que debere volver a ver a la luz de 2012) y la propia estrategia de marketing del filme hacian creer que veriamos un festival de efectos y nada mas. Pero no. La narracion pura y clasica triunfa (por una vez en estas peliculas), el inverosimil se hace fiesta maravillosa, vehiculo de emociones fuertes, puras. Y cierta cotidianidad en los personajes (absurdamente tildados de incoherentes; por que? Cuanto mas “psicologicamente construidos” estan estos tipos –de tipologia- de los tipos de la tan festejada Avatar, otra de tipos y trama clasica?) nos ayuda a creer todo. Tambien, claro, la fe en el cine, en su capacidad de maravillar, sin la cual ni vale la pena ir a ver la pelicula.

 El titulo festivo del clarinista Diego Lerer a su critica de 2012 que aca robamos (¡Rompan todo!) queda sepultado bajo una avalancha de mala onda hacia el filme (otro que lo califico de regular; evidentemente “algo” impide que lo califiquen de malo, algo que sabe que la gente mira las estrellitas y no lee las criticas; y tampoco va a calificarla de “buena”, si lo considerara asi, porque perderia desde ya toda credibilidad ante el lector prejuicioso, que es cualquiera de nosotros despues de todo). Vamos a intentar reivindicar semejante titulo, festejando ese hermoso “rompan todo” y revalorizando el placer puramente sensorial del cine clasico, el de las formas que conocemos, que esperamos y que podemos obviar.

  

2012 VS EL PREJUICIO

 2012 es una de las mas peliculas que mas disfrute ver en los ultimos años. Asi de importante es en mi filmografia personal. Y sin embargo, tuve que luchar contra muchos prejuicios para admitirlo, lo que me ha devuelto cierta inocencia, cierta fe en el cine. Porque 2012 no cambia el cine, ni siquiera lo homenajea: simplemente lo continua. 2012 es un acto de fe (en la humanidad y sus creaciones) y de alguna manera esta nota refleja las elecciones y los caminos del cine tras su agotamiento.

 Pero uno no puede sacarse la cabeza antes de ir al cine, asi que lleva consigo sin quererlo las expectativas: entonces, 2012 fue rapidamente etiquetada como un entretenimiento “yanqui” y “pochoclero”. Y esto, si bien no deberia serlo, es siempre despectivo. Con esa idea en la cabeza, aunque el goce sea increible (como lo fue en mi caso) la racionalizacion posterior, contaminada, sera hablar de 2012 como una pelicula menor, una huevada. Leonardo D’Esposito, en una nota de una sutileza brillante e inalcanzable para mi prosa hiperextensa y subexpresiva (que adjuntaremos al final de esta perorata) explica este proceso (con algo de incorreccion politica) al comparar La cinta blanca (“una genialidad genial”) y, justamente, la pelicula en cuestion. LMDE es uno de los pocos criticos del pais que no defenestro la pelicula de Emmerich y reconocio el placer que le genero. Porta Fouz hizo lo mismo en su blog; el resultado fue que comentaron en otra entrada suya que no habia que tomarse en serio lo que dijera, porque habia recomendado 2012... 

 

2012 VS AVATAR Y LA CRITICA

 En el mes de diciembre de 2009 se estrenaron Avatar, la monumental obra de James Cameron, y 2012, la “bestial” (PF dixit) pelicula de Emmerich. Pero no es tan gratuita y arbitraria la comparacion que intentaremos. Por su fuerza clasica (con diferencias que marcaremos). Pero sobre todo porque nos permite subrayar como, ante dos tanques hollywoodenses y pochocleros, se emplean discursos diametralmente opuestos. 

 Leonardo M. D’Esposito, que escribe para Critica y El Amante, ha sido en mis lecturas el mas ferviente defensor de lo trascendental de Avatar: una reescritura, una resignificacion del lenguaje del cine que supera su supuesta muerte ante la cual apenas quedan el homenaje y la parodia, gestes referenciales que lentamente deconstruyen el cine hacia la nada. Arremete LMDE contra los criticos “tibios” que espera encontrar en los medios, arengando a pensar de una nueva manera el cine, a responder con una nueva critica este nuevo cine que solo puede verse en las salas.

 LMDE tambien ha defendido a 2012, otra para el cine. Pero esta defensa apenas encuentra eco en los medios, y en El Amante, donde fue recibida de modo positivo, apenas le dedican una nota (excelente, de la pluma del propio D’Esposito). 

Ahora: mientras los diarios se llenan de notas de Avatar (notas absurdas pseudocientificas, por momentos), 2012 fue rapidamente olvidada en la cobertura mediatica. Y de la misma manera de que sera casi imposible (pudor snob) encontrar uno de los millones de espectadores que reconozca que le encanto 2012, los criticos de los medios relevantes escriben criticas automaticas, con mucho “tipico producto yanqui” legible entre lineas. Criticas sin rigor, que unidimensionalizan la pelicula a “una de explosiones” llena de “lugares comunes”: esta claro que fueron a buscar eso al cine,  y que no miraron la pelicula (que, de hecho, no enfatiza el lugar comun o el discurso moralista y subrayado). La critica tibia y desidiosa fue para 2012: Avatar recibio lauros de todos lados, muchas estrellas, y algo tan contradictorio como criticas que no hacen hincapie en el aspecto revolucionario que señala LMDE y sin embargo fomentan casi euforicamente la importancia de una pelicula “impresionante”. Los mismos, claro, argumentan que 2012 es puro efecto y entretenimiento vacio. Pero el fuerte de Avatar no es su trama, justamente (bastante tipica y, algo que nadie parece haber notado, levantada de Ghibli). Es su lenguaje. Aquellos criticos que, por subestimar al publico o por su propia “critica de la sensacion” no reparan en lo importante de Avatar, como es que dicen que es imprescindible verla? Pero Avatar era importante desde antes de salir y 2012 era pochoclera desde su concepcion: los criticos necesariamente (como esta nota) se hacen eco de otros criticos, y las etiquetas ya estaban puestas.

 La supuesta unidemensionalizacion de 2012 tiene tambien otra explicacion: no hay tanto para discutir sobre la de Emmerich como sobre Avatar. Las elecciones formales de 2012 son claras y clasicas, y este fuerte clasicismo genera la ya señalada critica automatica que en ningun momento logra ver las fuertes ambiguedades que plantea la trama (tremendo golpe cuando nuestro geologo, desafiado por el burocrata para que deje su lugar y lo ceda a unos trabajadores si tan injusto cree el proceso de seleccion, elige su salvacion; escena breve y escondida, pero poderosa, subconciente), ni su fuerte humanismo y laicisismo. Y se escribe entonces que el lugar comun, que el subrayado, que el golpe bajo... pero nada de eso caracteriza realmente a 2012, sino solamente a la imagen de 2012 que el espectador y el critico llevan al cine. Es cierto, no son estas cuestiones discursivas comparables quizas con la alegoria cameroniana new age, que funciona en varios niveles. Pero tampoco este dice nada, y, aca si marco un fuerte punto a favor, en cuanto a narracion en si, la de Cameron si subraya y retrasa, mientras que 2012 encuentra el modo de plantear su discurso en el vertigo y la aventura puros.

 Avatar crea un mundo de un modo novedoso, a traves de una tecnica (un modo de ver) que cambiara el cine, probablemente. No es una ruptura: es una continuidad apostando a salir de las comodidades de los medios y forzarlos a construir nuestros sueños. 2012 comparte esta megalomania cameroniana, pero donde la importancia conciente de Avatar conspira contra ella misma (por momentos cierta solemnidad se escabulle entre los paisajes maravillosos, y estos y toda la fascinacion se convierte en algo serio, aburrido) 2012 es puro desparpajo, puro festejo. Señala LMDE la filiacion de 2012 a la clase B: aquel que hable del absurdo de la pelicula como critica, para que mira cine? Para pensar, para todas esas huevadas mentirosas que apuntalaron tanto bodrio y tanta bajada de linea? O para disfrutar? Y Avatar, al fin y al cabo, es importante porque exponencia el disfrute, y no porque “haga pensar”. Y LMDE señala que tambien Avatar reescribe la clase B (pero con platita); pero no. La clase B es festiva, Avatar es maravilla, pero solemne. Es poesía, pero ha heredado de esta tambien su seriedad acartonada. Avatar es una pelicula que se proyectara en toda escuela de cine de aca a un siglo; 2012 es la pelicula que uno se juntaria a ver con amigos, o con sus hijos. Y sin embargo, el que diran impide que cataloguemos a 2012 como algo mas que un placer culposo, una grasada divertida.

 

2012 VS EL ESCRITOR FANTASMA

 Damos el salto final, el salto ahora si arbitrario: un fino hilo que tiene corta vida une ambos filmes, y ese hilo es tan caprichoso que puede ser absurdo. Pero no interesa. El interesantisimo film de Polanski borra a Polanski: decide matar al autor y dejar en su lugar su fantasma. La operacion compleja de Polanski es otra posibilidad futura para el cine, similar a la planteada por Tabarovsky en “Literatura de izquierda”: volver de las rupturas pero con la cicatriz. Volver de la muerte. Ser, todos, escritores fantasmas, porque no existe ya lugar para la ingenuidad creativa.

 Bueno, todo esto suena cierto y genial, pero Emmerich borra todo de un plumazo. 2012 apela a nuestra sensibilidad necesariamente hollywoodense, si, pero no la reproduce; no es clise, no es homenaje retro o parodia, tampoco reescritura. Es puro placer: elide decisiones esteticas, o mejor dicho, borra al autor con tanta fuerza, dejando tan poca marca, que no podemos sino creer que el director cree en la continuidad del cine clasico, sin interrupciones, sin vangaurdias, sin cicatrices. No es el primero en profesar esta fe en el cine, en ser dueño de una ingenuidad tan fuerte que parece una elección, una elección convencida, y no simple producto del legado cultural de la globalizacion.

 Todo se complica cuando, aun riendonos entre dientes de las imagenes de destruccion surreal, cuando todavia subestimamos esta pelicula y pochocleamos, inadvertidamente, nos sorprende, nos encanta, nos maravilla. Y nos pone en una encrucijada: podemos todavia confiar en el cine clasico? O todo se reduce ya a las reescrituras y replanteos, a la inteligencia y el ingenio?

 Al salir del cine vibrando emocionado por tanta maravillosa destruccion, tanta emotividad (es cierto, como se sale de una cancha de futbol) no podemos sino responder que si, que mientras siga fresca en nuestra mente nuestra educacion sentimental (hecha de epica y no de Kiarostami) que ese cine sigue vivo. Al menos, como posibilidad.

 

APENDICE: 2012 VS LA CINTA BLANCA

Una genialidad genial de Leonardo M. D’Esposito para El Amante

(coming soon...)