Leo el titulo de la nota del Critica dedicada a la vida y muerte de JD Salinger (fallecio ayer 28 de enero a los 91 años) y se me escapa una sonrisa un poco melancolica: Salinger me hizo feliz, con sus historias asperas y criticas por fuera y tan tiernas y calidas por dentro, en esas tardes de pibe sin nada para hacer. Esa escritura tan pura, tan esencial, me mato, como diria Holden. El affaire duro: despues del Catcher, imposible no seguir leyendo; despues de los cuentos, imposible no quedar cautivado, enamorado de ese estilo personalisimo, por diferente pero sobre todo por intimo, por la relacion que establecia con el lector, su confidente.
Toda una generacion de artistas sucumbio a sus encantos, a la gracia natural, a la fluidez y la simpatia de su prosa, envidia de todo aquel que quiso escribir, a su manejo del dialogo coloquial, que magicamente no envejece a pesar de estar atado a las convenciones de su tiempo, a su humor a la vez neoyorquino y personalisimo (habria que ver quien tuvo mayor influencia sobre quien). Pero el fanatismo devino en mito y el mito se redujo a una sola cosa: su turbulenta vida privada, sus fobias, la reclusion, las biografias, en fin. Ojala encuentre ahora, finalmente, la paz que busco en el encierro.
Y quizas hoy, al fin, sea el momento de olvidar el mito del ermitaño y volver a la literatura, al inmenso goce de esa desestimada obra maestra que es The Catcher in the Rye, y al resto de sus textos, aun no descubiertos por gran parte del lectorado, donde se esconde lo mejor, un vuelo literario supremo, una saga familiar brillante y siempre, esa felicidad primigenia de todo lo tocado por la maquina de escribir magica de Salinger.
No hay comentarios:
Publicar un comentario